Leemos, estudiamos y respiramos marketing, medios, comunicaciones, diseño y todo lo que gire en su gravedad; pero algunas veces (muy seguido) nos enfrentamos con adoptar conocimientos de otras áreas; tomamos de otras profesiones lo que nos sea necesario para fortalecer nuestras operaciones.
Seguramente algunos de los que leen estas líneas ocupen algún cargo gerencial o supervisorio, en el cual no sólo deben velar por el correcto funcionamiento de sus áreas y consecución de objetivos, sino también en el carácter y acciones de su equipo de trabajo. No solamente es asegurarse que cumplan con su trabajo, inevitablemente se mezclan temas individuales que reflejan e impactan en prácticamente todo.
Es tan sensible el tema de recurso humano, que un integrante entre muchos que se encuentre desmotivado puede impactar en el resultado de todo el equipo, e incluso arrastrar a otros. Existen muchas estrategias y métodos que los psicólogos, relacionistas industriales y administradores conocerán por sus estudios; sin embargo todo se vuelve un poco más complicado cuando estamos en una PYME y debemos resolver con lo que tenemos. Deshacerse de un empleado por un tema motivacional no es justo ni para él ni para la ética de una empresa, contratar el servicio de una consultora especializada puede ser una opción, aunque habría que valorar antes el impacto de la inversión Vs. la necesidad de la misma.
El empleado es un ser humanos (aunque algunos empresarios se empeñen en que no) y como tal puede tener problemas de cualquier índole, tanto en su vida, relaciones e incluso con su lugar de trabajo. Muchas veces una conversación preventiva al notar indicios de mal rendimiento puede ser la diferencia y mermar los efectos, he aprendido de los jefes que he tenido que una buena terapia puede ser una taza de café y una conversación casual y en confianza. Poner en práctica esto no es difícil y puede generar resultados provechoso con nuestro capital humano.
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